Incandescencia Glacial
Capitulo 11, “SE ACERCA EL GRAN DIA,
¡CORRAN!”
Pov. Claire
Mire por
decima vez en el día aquel medallón resplandeciente que colgaba de mi cuello,
era extraño verlo allí reluciendo, fino y especial, mientras yo estaba aquí,
muriéndome de angustia y observando como poco a poco el temor se apoderaba totalmente
de mi.
De repente
me sentía observada, vigilada, como si el estuviera en todas partes mirándome, alumbrándome
fijamente con un reflector gigantesco propio de broodway, ¿Podía haber algo mas
aterrador?, en lo personal no lo creía, la sensación de sentirse acorralada no
tenia comparación.
Habían
pasado ya dos días desde lo sucedido, y el marcador iba así:
-Veces que
había intentado deshacerme del terrorífico collar 13
-Veces que
había ganado 0
Era
realmente extraño, parecía una especie de imán demoniaco mandado directamente
desde el infierno, cuando me creía victoriosa allí aparecía el, en mi cama, en
la ducha, en mis escasos cosméticos, envuelto en mi camisa favorita, dentro de
mi mochila, colgado del pequeño cuello de mi peluche favorito el cual era un
koala que me había regalado Quil, Quil… en fin, en mis zapatos, en los
bolsillos de mis jeans, y hoy sobre el uniforme de porristas que había dejado
perfectamente doblado sobre el pequeño escritorio del cuarto.
Volví a
mirar a Tío Sam, llevaba estos dos días bastante enojado conmigo, debido a que
no había mencionado ninguna palabra con respecto al extraño suceso con el
vampiro, había decidido mantener silencio en una huelga interna, convenciéndome
en vano de que entre menos hablara de ello, mas rápido desaparecería, error, Claire,
error, no había desaparecido.
Había tenido
suficiente de él, como para seguir recordándolo, ¿es que jamás acabaría?, en la
Push todos me miraban extraño, bueno, los que me miraban, ya que pocas veces
había querido salir de casa, al parecer corrían rumores que me envolvían
directamente, no con el asunto del vampiro…
Más bien con
el extraño triangulo amoroso de Quil -Claire y Collin.
Si era
extraño, ya que de 10 personas que me conocían en la Push, 8 aseguraban
fervientemente que desde hacia años yo mantenía un relación con Quil Ateara, al
enterarme solo pude encerrarme a llorar, recordando lo sucedido hacia un mes
ya… en el cumpleaños de Jacob y con las negativas de Quil, segundo error, recordar
eso solo empeoraba la mañana.
Por otro
lado estaba Collin y sus directas evasivas, era como si de un momento a otro
algo hubiera cambiado, y de repente PUFFFF se había alejado totalmente de mi,
era como si un interruptor se hubiera encendido y en un ínfimo instante
hubieran millones de kilómetros que causaban distancias entre nosotros, quizás
me había comportado como una cría al defender a Quil y marcharme con el, pero
en mi defensa….
Ok no tengo
ninguna defensa.
Para ser
totalmente sincera, ya me estaba acostumbrando al molesto uniforme de porristas
y a la rutina de una chica porrista, todos los días luego de clases debía
quedarme 1 hora a practicar tontas rutinas de baile, mientras las otras chicas
morenas hablaban acerca de chicos y lo bien que les iba con ellos, yo
simplemente ponía mi peor cara de póker e internamente repetía incesante “genial”.
-Claire,
debes bajar- dijo tío Sam, sacándome de mis profundos pensamientos.
-Claro.-
dije decaída, mientras abría la puerta de la camioneta.
Atravesé el instituto
aun medio ida, y solo me detuve frente a mi casillero a recoger algunos de mis
libros, y a dejar otros, eras como si de repente mi mal humor me hubiera
consumido entera, como si se tratase de una cerilla, mis buenas energías se aplacaban
ante el manto negro que se formaba eclipsando lo todo, solo estaba ahora un
humor negro que se veía como un vaho que relucida en mi exterior.
-¡Hey Claire!-
Escuche como una voz masculina me llamaba entre la amedrantada masa de
estudiantes, entonces vi al chico Stevenson hablarme, ¿Raro?, si, demasiado, el
chico Stevenson era el chico capitán y líder del equipo de futbol, el tipo de
chico que sin lugar a dudas JAMAS Me había dirigido la palabra, para el yo
simplemente era la chica que andaba con los “chicos
grandulones raros de la Push” y hasta hoy me enteraba que conocía mi
nombre, si, era demasiado, demasiado extraño.
-¿Disculpa?-
si seguramente había escuchado mal.
-Mmmm quería
preguntarte, si quizás… existe una remota posibilidad de que vallas conmigo al
baile de san Valentín, ya sabes… ese que se organiza en la playa.- dijo el,
como quien no quiere la cosa, ¡GENIAL!
Ahora me creía estúpida.
-Si, de
hecho mi tía es una de las organizadoras de ese baile- “toma eso creído”, pensé.
-Bueno y
¿Qué dices? ¿Vas conmigo?- pregunto al tiempo que me regalaba una cálida
sonrisa.
-Discúlpame,
pero no- En ese instante el chico puso una cara de dolor, sin duda había herido
su ego, eso me venia la mar de bien- Es que no pienso ir, pero gracias de todos
modos- dije tratando de remendar un poco la negativa que anteriormente le había
dado.
-Vale… será
en otra oportunidad- dijo, y sin decir más dio media vuelta y se marcho.
Sabia a que
se debía su invitación, era mas que obvio, simplemente un uniforme de porrista me
hacia ver diferente, era una parte importante del alumnado escolar, lo que a mi
personalmente, no me interesaba un rábano, por el contrario era molesto
distinguirme por esto, pero cuando la vida te da cosas que no pides ya sean
buenas o malas, solamente puedes tratar de convivir con ellas, y acomodarlas a
tu gusto, tratando siempre de buscar un bien personal, sacándole provecho a
aquellas opciones.
Las clases
como siempre fueron una tortura, mientras que por mi mente solo se paseaban las
musarañas y mis pensamientos volaban a metros de allí donde un lobo color
chocolate se encontraba corriendo entre la profundidad del frondoso bosque
contrastando perfectamente con su pelaje, quizás pensando en mi, o quizás no…
¿Podría llegar a quererlo mas? Eso me parecía casi imposible, inaudito,
consciente o inconscientemente mi mente reproducía burbujas en las cuales en
determinados intervalos de tiempo solo estábamos el y yo, era tan extraño, tan
diferente… y de repente PLOP se explotaban así como se explotan las pompas de jabón
al contacto con la piel, simplemente esos hermosos recuerdos no eran lo
suficiente resistentes, o quizás si, era como si algo mágico e indescriptible
nos uniera.
Era
simplemente imprimación.
Esa palabra
volvió a resonar en mi mente como venia haciéndolo desde hacia ya dos días,
¿Cómo era posible? no tenia sentido, yo no podía ser su imprimación, aunque eso
dejaba varios puntos claros, como lo eran el que siempre estuviera a mi lado, y
la extraña hermandad que se colaba entre nosotros, hasta el punto de que por
momentos nos sintiéramos uno solo, ¿Acaso hubiera sido mejor no crecer? A veces
lo creía, quizás entonces aun estaría a mi lado, aunque fuera solo como mi
hermano.
Al acabar
las clases solo me concentre en dirigirme al gimnasio y practicar la incesante
rutina de baile, que últimamente se había convertido en mi peor enemiga, esto
era incluso peor que los incomodos
momentos en los que Sara Smith en medio de el almuerzo me dirigía una de
aquellas miradas llenas de odio y resentimiento, aunque sinceramente desconocía
el proceder de estas, ella había ganado, ella estaba con Quil, entonces ¿que le ocurría?,
ese era un interrogante aun sin una respuesta certera.
Después de
varias correcciones, regaños, llamadas de atención, y de amenazas que
involucraban castigos si no me esmeraba mas, la clase acabo, “al fin”, se repetía en mi fuero interno.
No tenía
sentido cambiarme mi uniforme así que solo me pondría mi abrigado buzo blanco,
aquel que contrastaba con los colores Verde, amarillo y blanco del uniforme,
saldría por las desoladas calles recorriendo avenidas y calles hasta llegar a
la playa que últimamente se había convertido en mi mejor amiga.
Luego de
dejar unos libros en el casillero, solté la liga que recogía mi cabello, y situé
la capucha sobre mi cabeza, buscando consuelo en ello, solo un refugio, en el
sentimiento de protección que mi abrigo me causaba, aunque sabia, que jamás
estaría protegida del todo, no ahora, no con el cerca, no con el vampiro cerca.
-¡HEY!- Se
escucho, luego de tropezar con alguien.
Sin ánimos
levante mi cabeza para encontrarme con un hombre de aparentes 25 años, con unos
ojos color miel, una piel entre amarilla y morena, y un pelo negro
perfectamente peinado dándole un aire más varonil.
-Despulpe- Pedí,
por el descuido de mi parte al haber tropezado con el.
-Tranquila
señorita- dijo el, -Usted es la chica Uley, ¿no es cierto?- pregunto
-Si, al parecer
todos me conocen con ese nombre, soy Claire Young-
-Lo se, dale
saludos a Sam de mi parte- dijo el, como
si se tratara de un amigo muy cercano.
-¿Lo
conoce?- pregunte con la curiosidad embargándome totalmente.
-Fuimos colegas
en el pasado- explico el.
-¿De parte
de quien le doy el saludo?
-No importa,
olvídalo y…. mira por donde andas- dijo, y como todos se marcho, dejándome
sola.
No mencione
nada, no refute nada, seguí caminando, sin una dirección exacta, pero solo con
un rumbo fijo.
Las calles
estaban vacías lo cual me pareció
extraño, demasiado para mi gusto, era escalofriante a decir verdad, pero
la soledad ayudaba aunque fuera solo un poco.
De repente y
por puro instinto decidí ir a casa, y no
a la playa, fue una decisión de ultimo minuto pero fue así, al legar al porche
me encontré a tía Emily saliendo acalorada dispuesta a entregar algunas
invitaciones al baile de san Valentín que se celebraba en dos días y luego de
varios “por favor cariño”, accedí a
ayudarla repartiendo unas diez tarjetas por toda la Push, cogí mi desgastada bicicleta
que se encontraba en el garaje, y aun con el uniforme de porristas y mi ramera
puesta emprendí el camino.
Solo eran
diez tarjetas así que me decidí a entregar las primeras, llegue a la casa de
los Call donde se encontraba Embry con una sonrisa de oreja a oreja con una hermosa chica rubia con la
piel parecida a la porcelana entre sus
brazos, sus miradas destilaban adoración lo cual me pareció tierno, les
entregue la tarjeta y me despedí con un “adiós”
hasta que Embry interrumpió mi huida.
-Claire, si
quieres puedes pasar un rato, debes ver lo que hace seth- y diciendo esto
rompió en risas.
-En serio no
quieres verlo- dijo la rubia dándole un golpe a Embry en el brazo.
-¡Callaos! Esto
esta quedando genial- se escucho la voz de seth desde la cocina de los Call.
Con una media
sonrisa entre los labios me dirigí a la cocina para encontrarme a seth con un
cómico delantal y con un recetario entre sus manos, a su lado estaba una chica
guindada de su cuello, dándole tiernos besos en este, y haciéndole mimos por
doquier si pensaba que Embry y su novia era algo incomodo, esto no tenía
comparación.
Metidos
dentro de su propia burbuja personal, la chica le arrebato el recetario de las
manos y se acomodó entre sus brazos, creando una trampa insoldable alrededor
del torso de seth, tomando un leve impulso se puso en punta de pies y comenzó a
dejar tiernos besos alrededor de sus labios, mientras seth solo sonreía como el
perfecto patético enamorado que era. Esto solo me hizo sonreír a decir verdad,
tosí un poco, tratando de romper su profunda conexión, en medio de mi
carraspeo, Seth al verme solo sonrió aun más.
-Pero mira a quien tenemos aquí.-
exclamo con una amplia sonrisa, -Quil tienes visitas- ante esto solo pude
voltear levemente mi cuerpo para
encontrarme a Quil apoyado contra el marco de la puerta mirándome detenidamente
con una amplia sonrisa dejando relucir sus dientes y con un brillo especial en
los ojos.
-Pensé que no vendrías.- Dijo Quil
luego sin previo aviso me alzo en brazos y me llevo volando alrededor de la
casa, sacándome de allí.
Una vez fuera me dejo en el porche
para solo abrazarme dejando mi cabeza reposar sobre su pecho, cuanto había
echado esto de menos…
-No sabes cuanto había echado esto de
menos, a ti, entre mis brazos…- Dijo, al parecer leyendo mi mente.
Luego solo se dedico a besar mis
cabellos, y yo solo inhale una y otra vez su aroma, embriagándome de él,
llenando mis fosas nasales de este, con la intención de jamás olvidarlo.
De un momento a otro la realidad me
golpeo, me separe de él, monte mi bicicleta de nuevo y pedalee a todo lo que
daban mis piernas alejándome de allí.
-Claire,
¿Estas allí?- dijo seth sacándome de mis pensamientos.
-Si, solo….
Estaba en Claire y el país de las maravillas- respondí medio atontada.
-Vale…- dijo
a al vez que comenzaba a mezclar cosas y a maniobrar con los utensilios de la
cocina con la chica aun a su lado, todo había sido una fantasía, una deliciosa
y desolada fantasía.
Debía de
estar volviéndome loca, pero ahora realmente no me importaba, un vacío en mi
pecho se instalaba poco a poco, causándome estragos, deteriorando mi interior, él
no había llamado a pedir disculpas, ni siquiera había intentado buscarme, de
allí al causa del dolor, con un “lo siento”
quizás todo habría sanado.
-Mmmm tengo
que irme a seguir repartiendo invitaciones, por cierto seth aquí esta la tuya-
dije al tiempo que la depositaba sobre la encimera de la cocina, en este
momento no estaba en condiciones de charlar, de hecho no estaba en condiciones
de nada.-Ohh y seth, debes llevar una pareja, Ohh y por cierto casi lo
olvidaba, que linda es tú chica, es admirable que tengas a una chica linda en
tu lado, debido a que tu eres horrible.
–dije con una sonrisa entre mis labios, la chica solo se echo a reír apoyándose
contra el pecho de él, y diciéndole palabras de cariño como “eres hermoso”, “no te escogería de otra manera” y cursilerías de ese estilo,
-vamos seth, sabes que bromeo, en fin, adiós-.
Me di media
vuelta y me marche, alrededor de las próximas dos horas estuve pedaleando a
través de la Push repartiendo las invitaciones, y tan solo evitando una, cuando
solo quedaba el ultimo sobre lo tome entre mis dedos, esperando que dijera “Collin Dewey”, pero en vez de eso
encontré “Señores Ateara”, pesarosa y
dividida por la idea de si ir o no, me dirigí hacia allí, con el corazón
latiéndome a mil por hora y con la duda de si llegar o simplemente mandar la
tarjeta luego con tía Emily, pero no, yo era una chica valiente, la cobardía no
era algo por lo cual me sintiera representada, así que con la cabeza en alto me
adentre en su calle, aparque en el otro lado de la acera, recordando como hacia
4 días había salido de allí, sin ilusiones y con el alma destrozada.
Al llegar al
porche timbre dos veces, y desde el interior de la casa solo se escucho un cálido
“adelante”.
Entre,
avanzando poco a poco, adentrándome en aquella familiar casa, pasee por la
cocina, la sala principal, el vestíbulo y el comedor, y solo encontré, nada.
Así que
utilizando toda la confianza que los Ateara habían depositado en mi, subí las
escaleras que tan solo me guiaban hacia las tres habitaciones.
Cuando
llegue al piso de arriba mis ojos se instalaron el la cerrada puerta caoba, que
actuaba como directo y único pasadizo hacia la habitación de Quil, y sin tener ningún
tipo de control o riendas sobre mi cuerpo, gire la perilla y entre.
Allí estaba
el, tumbado sobre la cama matrimonial cubierta por sabanas blancas, que se
encontraba en todo el centro de la habitación, y solo por instinto me acerque,
al verlo allí tan indefenso y pacifico, tuve el deseo de sentir aunque fuera
por solo un instante aquel vinculo que nos unía, aquello que inexplicablemente
se había roto, así que sin mas me recosté en la cama, justo a su lado,
acomodándome de lado y dejando mi rostro a escasos centímetros del suyo.
Cerré
levemente mis ojos, dejándome guiar por el cansancio que ahora mismo tenia
encima
-Qui…- se
escucho la voz del viejo Ateara desde la puerta del cuarto de su nieto, luego
solo se escucho como levemente cerraban la puerta, me acurruque un poco mas a
Quil y pase mis brazos por su torso, deleitándome en su hirviente calidez.
Sentí como
tiernamente besaba mi cara, y esparcía besos por mi nariz y mis cerrados
parpados, causándome cosquillas, para tratar de frenarlo un poco solo agarre
fuertemente su camisa y lo tire hacia mi, en menos de un santiamén se
encontraba sobre mi, abrí mis ojos y encontré su cara muy cerca de la mía,
regalándome una de aquellas miradas fervientes que me calaban el alma, como
solo el sabia hacerlo, se sostenía sobre sus brazos y me repasaba entera sin
tener reparo y control sobre sus ojos.
Tomo varios
mechones de cabello que se esparcían sobre mi cara y los situó detrás de mi
oreja.
Levemente se
acercó a mis labios y dejo a escasos centímetros de mi boca sus labios,
esparciendo todo su aliento sobre mi cara, embriagándome en el, perdiéndome
completamente; en un arrebato de euforia, pase una de mis piernas sobre su
torso, sentándome a horcajadas sobre el, poseída por la demencia tome
fuertemente su ardiente rostro entre mis manos, acercándolo aun mas a mi, No sé
que paso pero el solo dejo otro beso en la comisura de mis labios, expandiendo
una gran sonrisa, que a mi me pareció irremediablemente sexy, con cuidado tomo
mis caderas y giro sobre si de modo que nuestras piernas quedaron enredadas y
ahora él estaba de nuevo sobre mi, dejo un cálido beso sobre mi barbilla y
luego se acomodó a mi lado, sin decir nada.
Todo era mejor así, sin reproches, sin
explicaciones, sin palabras lastimeras que destruyeran este mágico momento.
Todas
aquellas energías negativas que había tenido durante estos dos días
desaparecieron, se borraron de mi, en cuanto sus brazos me envolvieron de forma
protectora, causando mariposas en mi estomago como solo ocurría cuando el me
tocaba o acariciaba.
Y allí nos quedamos por horas quizás, desatando tensiones, aclarándolo todo sin palabras, tan solo tocando nuestras caras o entregando uno de esos fuertes abrazos que significaban “jamás te separes de mí”, no pude recordar cuando me quede dormida.
Y allí nos quedamos por horas quizás, desatando tensiones, aclarándolo todo sin palabras, tan solo tocando nuestras caras o entregando uno de esos fuertes abrazos que significaban “jamás te separes de mí”, no pude recordar cuando me quede dormida.
Desperté entre
la oscuridad, buscando luz, buscando algo que me hiciera recordar que todo
había sido un lindo sueño, me encontré tendida sobre mi cama, eran las 2: 45
am, mire a mi alrededor y me altere al ver la ventana de la habitación abierta, alguien estaba aquí, así
que reuniendo coraje en mi interior me dirigí hacia allí y salte por la ventana
estampándome contra el suelo, camine sin rumbo alrededor de la casa, esperando
encontrarme con algo, mientras que el pesado medallón que ahora colgaba de mi
cuello me estorbaba, estaba cansada de la misma situación, así que sin pensarlo
mucho solo lo tire a un lado y me dirigí de nuevo hacia mi ventana, cuando iba
caminando tropecé con algo y justo un instante antes de caer al suelo una mano
blanca como la nieve y fría como el hielo me sostuvo, para luego girarme y
dejarme ante el, extendiéndome el extraño medallón.
-¿Buscabas
esto?- dijo.
HELLO
GIRLS *-*
Emm
¡SI! ¡ODIENME! Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo
siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo
siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo
siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo
siento….
Sé
que a veces tardo en actualizar, pero con el corazón en la mano no lo hago par
causar estragos es solo que el ajetreo universitario me quema un poco las
neuronas… (Con respecto al titulo de este cap jajajaja me pareció gracioso ‘el
gran día’ es San Valentín)J
GRACIAS
INFINITAS! A las chicas del blog por leerme *---* Y por supuesto a las chicas
de Facebook, Gracias a la pagina “Porque la saga crepúsculo no termina con amanecer” por publicar mi
historia *---*, Gracias a Caro Ramírez, por… POR TODO!
Creo
Q eso fue todo, Ohh casi lo olvido… Con respecto al maratón, lo pensare… de
verdad lo pensare *---*
Sin
mas un BESOTE a todas *---*
Las
Quiero… (Si les gusta mi blog, déjenme un mensajito o suscríbanse :) )
Natalie
Mars *---*
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