domingo, 25 de marzo de 2012

Incandescencia Glacial, Capitulo 11



Incandescencia Glacial
Capitulo 11, “SE ACERCA EL GRAN DIA, ¡CORRAN!”

Pov. Claire

Mire por decima vez en el día aquel medallón resplandeciente que colgaba de mi cuello, era extraño verlo allí reluciendo, fino y especial, mientras yo estaba aquí, muriéndome de angustia y observando como poco a poco el temor se apoderaba totalmente de mi.
De repente me sentía observada, vigilada, como si el estuviera en todas partes mirándome, alumbrándome fijamente con un reflector gigantesco propio de broodway, ¿Podía haber algo mas aterrador?, en lo personal no lo creía, la sensación de sentirse acorralada no tenia comparación.
Habían pasado ya dos días desde lo sucedido, y el marcador iba así:
-Veces que había intentado deshacerme del terrorífico collar 13
-Veces que había ganado 0
Era realmente extraño, parecía una especie de imán demoniaco mandado directamente desde el infierno, cuando me creía victoriosa allí aparecía el, en mi cama, en la ducha, en mis escasos cosméticos, envuelto en mi camisa favorita, dentro de mi mochila, colgado del pequeño cuello de mi peluche favorito el cual era un koala que me había regalado Quil, Quil… en fin, en mis zapatos, en los bolsillos de mis jeans, y hoy sobre el uniforme de porristas que había dejado perfectamente doblado sobre el pequeño escritorio del cuarto.
Volví a mirar a Tío Sam, llevaba estos dos días bastante enojado conmigo, debido a que no había mencionado ninguna palabra con respecto al extraño suceso con el vampiro, había decidido mantener silencio en una huelga interna, convenciéndome en vano de que entre menos hablara de ello, mas rápido desaparecería, error, Claire, error, no había desaparecido.
Había tenido suficiente de él, como para seguir recordándolo, ¿es que jamás acabaría?, en la Push todos me miraban extraño, bueno, los que me miraban, ya que pocas veces había querido salir de casa, al parecer corrían rumores que me envolvían directamente, no con el asunto del vampiro…
Más bien con el extraño triangulo amoroso de Quil -Claire y Collin.
Si era extraño, ya que de 10 personas que me conocían en la Push, 8 aseguraban fervientemente que desde hacia años yo mantenía un relación con Quil Ateara, al enterarme solo pude encerrarme a llorar, recordando lo sucedido hacia un mes ya… en el cumpleaños de Jacob y con las negativas de Quil, segundo error, recordar eso solo empeoraba la mañana.
Por otro lado estaba Collin y sus directas evasivas, era como si de un momento a otro algo hubiera cambiado, y de repente PUFFFF se había alejado totalmente de mi, era como si un interruptor se hubiera encendido y en un ínfimo instante hubieran millones de kilómetros que causaban distancias entre nosotros, quizás me había comportado como una cría al defender a Quil y marcharme con el, pero en mi defensa….
Ok no tengo ninguna defensa.
Para ser totalmente sincera, ya me estaba acostumbrando al molesto uniforme de porristas y a la rutina de una chica porrista, todos los días luego de clases debía quedarme 1 hora a practicar tontas rutinas de baile, mientras las otras chicas morenas hablaban acerca de chicos y lo bien que les iba con ellos, yo simplemente ponía mi peor cara de póker e internamente repetía incesante “genial”.
-Claire, debes bajar- dijo tío Sam, sacándome de mis profundos pensamientos.
-Claro.- dije decaída, mientras abría la puerta de la camioneta.
Atravesé el instituto aun medio ida, y solo me detuve frente a mi casillero a recoger algunos de mis libros, y a dejar otros, eras como si de repente mi mal humor me hubiera consumido entera, como si se tratase de una cerilla, mis buenas energías se aplacaban ante el manto negro que se formaba eclipsando lo todo, solo estaba ahora un humor negro que se veía como un vaho que relucida en mi exterior.
-¡Hey Claire!- Escuche como una voz masculina me llamaba entre la amedrantada masa de estudiantes, entonces vi al chico Stevenson hablarme, ¿Raro?, si, demasiado, el chico Stevenson era el chico capitán y líder del equipo de futbol, el tipo de chico que sin lugar a dudas JAMAS Me había dirigido la palabra, para el yo simplemente era la chica que andaba con los “chicos grandulones raros de la Push” y hasta hoy me enteraba que conocía mi nombre, si, era demasiado, demasiado extraño.
-¿Disculpa?- si seguramente había escuchado mal.
-Mmmm quería preguntarte, si quizás… existe una remota posibilidad de que vallas conmigo al baile de san Valentín, ya sabes… ese que se organiza en la playa.- dijo el, como quien no quiere la cosa, ¡GENIAL! Ahora me creía estúpida.
-Si, de hecho mi tía es una de las organizadoras de ese baile- “toma eso creído”, pensé.
-Bueno y ¿Qué dices? ¿Vas conmigo?- pregunto al tiempo que me regalaba una cálida sonrisa.
-Discúlpame, pero no- En ese instante el chico puso una cara de dolor, sin duda había herido su ego, eso me venia la mar de bien- Es que no pienso ir, pero gracias de todos modos- dije tratando de remendar un poco la negativa que anteriormente le había dado.
-Vale… será en otra oportunidad- dijo, y sin decir más dio media vuelta y se marcho.
Sabia a que se debía su invitación, era mas que obvio, simplemente un uniforme de porrista me hacia ver diferente, era una parte importante del alumnado escolar, lo que a mi personalmente, no me interesaba un rábano, por el contrario era molesto distinguirme por esto, pero cuando la vida te da cosas que no pides ya sean buenas o malas, solamente puedes tratar de convivir con ellas, y acomodarlas a tu gusto, tratando siempre de buscar un bien personal, sacándole provecho a aquellas opciones.
Las clases como siempre fueron una tortura, mientras que por mi mente solo se paseaban las musarañas y mis pensamientos volaban a metros de allí donde un lobo color chocolate se encontraba corriendo entre la profundidad del frondoso bosque contrastando perfectamente con su pelaje, quizás pensando en mi, o quizás no… ¿Podría llegar a quererlo mas? Eso me parecía casi imposible, inaudito, consciente o inconscientemente mi mente reproducía burbujas en las cuales en determinados intervalos de tiempo solo estábamos el y yo, era tan extraño, tan diferente… y de repente PLOP se explotaban así como se explotan las pompas de jabón al contacto con la piel, simplemente esos hermosos recuerdos no eran lo suficiente resistentes, o quizás si, era como si algo mágico e indescriptible nos uniera.
Era simplemente imprimación.
Esa palabra volvió a resonar en mi mente como venia haciéndolo desde hacia ya dos días, ¿Cómo era posible? no tenia sentido, yo no podía ser su imprimación, aunque eso dejaba varios puntos claros, como lo eran el que siempre estuviera a mi lado, y la extraña hermandad que se colaba entre nosotros, hasta el punto de que por momentos nos sintiéramos uno solo, ¿Acaso hubiera sido mejor no crecer? A veces lo creía, quizás entonces aun estaría a mi lado, aunque fuera solo como mi hermano.
Al acabar las clases solo me concentre en dirigirme al gimnasio y practicar la incesante rutina de baile, que últimamente se había convertido en mi peor enemiga, esto era incluso peor que  los incomodos momentos en los que Sara Smith en medio de el almuerzo me dirigía una de aquellas miradas llenas de odio y resentimiento, aunque sinceramente desconocía el proceder de estas, ella había ganado,  ella estaba con Quil, entonces ¿que le ocurría?, ese era un interrogante aun sin una respuesta certera.
Después de varias correcciones, regaños, llamadas de atención, y de amenazas que involucraban castigos si no me esmeraba mas, la clase acabo, “al fin”, se repetía en mi fuero interno.
No tenía sentido cambiarme mi uniforme así que solo me pondría mi abrigado buzo blanco, aquel que contrastaba con los colores Verde, amarillo y blanco del uniforme, saldría por las desoladas calles recorriendo avenidas y calles hasta llegar a la playa que últimamente se había convertido en mi mejor amiga.
Luego de dejar unos libros en el casillero, solté la liga que recogía mi cabello, y situé la capucha sobre mi cabeza, buscando consuelo en ello, solo un refugio, en el sentimiento de protección que mi abrigo me causaba, aunque sabia, que jamás estaría protegida del todo, no ahora, no con el cerca, no con el vampiro cerca.
-¡HEY!- Se escucho, luego de tropezar con alguien.
Sin ánimos levante mi cabeza para encontrarme con un hombre de aparentes 25 años, con unos ojos color miel, una piel entre amarilla y morena, y un pelo negro perfectamente peinado dándole un aire más varonil.
-Despulpe- Pedí, por el descuido de mi parte al haber tropezado con el.
-Tranquila señorita- dijo el, -Usted es la chica Uley, ¿no es cierto?- pregunto
-Si, al parecer todos me conocen con ese nombre, soy Claire Young-
-Lo se, dale saludos  a Sam de mi parte- dijo el, como si se tratara de un amigo muy cercano.
-¿Lo conoce?- pregunte con la curiosidad embargándome totalmente.
-Fuimos colegas en el pasado- explico el.
-¿De parte de quien le doy el saludo?
-No importa, olvídalo y…. mira por donde andas- dijo, y como todos se marcho, dejándome sola.
No mencione nada, no refute nada, seguí caminando, sin una dirección exacta, pero solo con un rumbo fijo.
Las calles estaban vacías lo cual me pareció  extraño, demasiado para mi gusto, era escalofriante a decir verdad, pero la soledad ayudaba aunque fuera solo un poco.
De repente y por puro instinto decidí ir a  casa, y no a la playa, fue una decisión de ultimo minuto pero fue así, al legar al porche me encontré a tía Emily saliendo acalorada dispuesta a entregar algunas invitaciones al baile de san Valentín que se celebraba en dos días y luego de varios “por favor cariño”, accedí a ayudarla repartiendo unas diez tarjetas por toda la Push, cogí mi desgastada bicicleta que se encontraba en el garaje, y aun con el uniforme de porristas y mi ramera puesta emprendí el camino.
Solo eran diez tarjetas así que me decidí a entregar las primeras, llegue a la casa de los Call donde se encontraba Embry con una sonrisa de oreja  a oreja con una hermosa chica rubia con la piel parecida  a la porcelana entre sus brazos, sus miradas destilaban adoración lo cual me pareció tierno, les entregue la tarjeta y me despedí con un “adiós” hasta que Embry interrumpió mi huida.
-Claire, si quieres puedes pasar un rato, debes ver lo que hace seth- y diciendo esto rompió en risas.
-En serio no quieres verlo- dijo la rubia dándole un golpe a Embry en el brazo.
-¡Callaos! Esto esta quedando genial- se escucho la voz de seth desde la cocina de los Call.
Con una media sonrisa entre los labios me dirigí a la cocina para encontrarme a seth con un cómico delantal y con un recetario entre sus manos, a su lado estaba una chica guindada de su cuello, dándole tiernos besos en este, y haciéndole mimos por doquier si pensaba que Embry y su novia era algo incomodo, esto no tenía comparación.
Metidos dentro de su propia burbuja personal, la chica le arrebato el recetario de las manos y se acomodó entre sus brazos, creando una trampa insoldable alrededor del torso de seth, tomando un leve impulso se puso en punta de pies y comenzó a dejar tiernos besos alrededor de sus labios, mientras seth solo sonreía como el perfecto patético enamorado que era. Esto solo me hizo sonreír a decir verdad, tosí un poco, tratando de romper su profunda conexión, en medio de mi carraspeo, Seth al verme solo sonrió aun más.
-Pero mira a quien tenemos aquí.- exclamo con una amplia sonrisa, -Quil tienes visitas- ante esto solo pude voltear levemente  mi cuerpo para encontrarme a Quil apoyado contra el marco de la puerta mirándome detenidamente con una amplia sonrisa dejando relucir sus dientes y con un brillo especial en los ojos.
-Pensé que no vendrías.- Dijo Quil luego sin previo aviso me alzo en brazos y me llevo volando alrededor de la casa, sacándome de allí.
Una vez fuera me dejo en el porche para solo abrazarme dejando mi cabeza reposar sobre su pecho, cuanto había echado esto de menos…
-No sabes cuanto había echado esto de menos, a ti, entre mis brazos…- Dijo, al parecer leyendo mi mente.
Luego solo se dedico a besar mis cabellos, y yo solo inhale una y otra vez su aroma, embriagándome de él, llenando mis fosas nasales de este, con la intención de jamás olvidarlo.
De un momento a otro la realidad me golpeo, me separe de él, monte mi bicicleta de nuevo y pedalee a todo lo que daban mis piernas alejándome de allí.
-Claire, ¿Estas allí?- dijo seth sacándome de mis pensamientos.
-Si, solo…. Estaba en Claire y el país de las maravillas- respondí medio atontada.
-Vale…- dijo a al vez que comenzaba a mezclar cosas y a maniobrar con los utensilios de la cocina con la chica aun a su lado, todo había sido una fantasía, una deliciosa y desolada fantasía.
Debía de estar volviéndome loca, pero ahora realmente no me importaba, un vacío en mi pecho se instalaba poco a poco, causándome estragos, deteriorando mi interior, él no había llamado a pedir disculpas, ni siquiera había intentado buscarme, de allí al causa del dolor, con un “lo siento” quizás todo habría sanado.
-Mmmm tengo que irme a seguir repartiendo invitaciones, por cierto seth aquí esta la tuya- dije al tiempo que la depositaba sobre la encimera de la cocina, en este momento no estaba en condiciones de charlar, de hecho no estaba en condiciones de nada.-Ohh y seth, debes llevar una pareja, Ohh y por cierto casi lo olvidaba, que linda es tú chica, es admirable que tengas a una chica linda en tu lado, debido  a que tu eres horrible. –dije con una sonrisa entre mis labios, la chica solo se echo a reír apoyándose contra el pecho de él, y diciéndole palabras de cariño como “eres hermoso”, “no te escogería de otra manera” y cursilerías de ese estilo, -vamos seth, sabes que bromeo, en fin, adiós-.
Me di media vuelta y me marche, alrededor de las próximas dos horas estuve pedaleando a través de la Push repartiendo las invitaciones, y tan solo evitando una, cuando solo quedaba el ultimo sobre lo tome entre mis dedos, esperando que dijera “Collin Dewey”, pero en vez de eso encontré “Señores Ateara”, pesarosa y dividida por la idea de si ir o no, me dirigí hacia allí, con el corazón latiéndome a mil por hora y con la duda de si llegar o simplemente mandar la tarjeta luego con tía Emily, pero no, yo era una chica valiente, la cobardía no era algo por lo cual me sintiera representada, así que con la cabeza en alto me adentre en su calle, aparque en el otro lado de la acera, recordando como hacia 4 días había salido de allí, sin ilusiones y con el alma destrozada.
Al llegar al porche timbre dos veces, y desde el interior de la casa solo se escucho un cálido “adelante”.
Entre, avanzando poco a poco, adentrándome en aquella familiar casa, pasee por la cocina, la sala principal, el vestíbulo y el comedor, y solo encontré, nada.
Así que utilizando toda la confianza que los Ateara habían depositado en mi, subí las escaleras que tan solo me guiaban hacia las tres habitaciones.
Cuando llegue al piso de arriba mis ojos se instalaron el la cerrada puerta caoba, que actuaba como directo y único pasadizo hacia la habitación de Quil, y sin tener ningún tipo de control o riendas sobre mi cuerpo, gire la perilla y entre.
Allí estaba el, tumbado sobre la cama matrimonial cubierta por sabanas blancas, que se encontraba en todo el centro de la habitación, y solo por instinto me acerque, al verlo allí tan indefenso y pacifico, tuve el deseo de sentir aunque fuera por solo un instante aquel vinculo que nos unía, aquello que inexplicablemente se había roto, así que sin mas me recosté en la cama, justo a su lado, acomodándome de lado y dejando mi rostro a escasos centímetros del suyo.
Cerré levemente mis ojos, dejándome guiar por el cansancio que ahora mismo tenia encima
-Qui…- se escucho la voz del viejo Ateara desde la puerta del cuarto de su nieto, luego solo se escucho como levemente cerraban la puerta, me acurruque un poco mas a Quil y pase mis brazos por su torso, deleitándome en su hirviente calidez.
Sentí como tiernamente besaba mi cara, y esparcía besos por mi nariz y mis cerrados parpados, causándome cosquillas, para tratar de frenarlo un poco solo agarre fuertemente su camisa y lo tire hacia mi, en menos de un santiamén se encontraba sobre mi, abrí mis ojos y encontré su cara muy cerca de la mía, regalándome una de aquellas miradas fervientes que me calaban el alma, como solo el sabia hacerlo, se sostenía sobre sus brazos y me repasaba entera sin tener reparo y control sobre sus ojos.
Tomo varios mechones de cabello que se esparcían sobre mi cara y los situó detrás de mi oreja.
Levemente se acercó a mis labios y dejo a escasos centímetros de mi boca sus labios, esparciendo todo su aliento sobre mi cara, embriagándome en el, perdiéndome completamente; en un arrebato de euforia, pase una de mis piernas sobre su torso, sentándome a horcajadas sobre el, poseída por la demencia tome fuertemente su ardiente rostro entre mis manos, acercándolo aun mas a mi, No sé que paso pero el solo dejo otro beso en la comisura de mis labios, expandiendo una gran sonrisa, que a mi me pareció irremediablemente sexy, con cuidado tomo mis caderas y giro sobre si de modo que nuestras piernas quedaron enredadas y ahora él estaba de nuevo sobre mi, dejo un cálido beso sobre mi barbilla y luego se acomodó a mi lado, sin decir nada.
 Todo era mejor así, sin reproches, sin explicaciones, sin palabras lastimeras que destruyeran este mágico momento.
Todas aquellas energías negativas que había tenido durante estos dos días desaparecieron, se borraron de mi, en cuanto sus brazos me envolvieron de forma protectora, causando mariposas en mi estomago como solo ocurría cuando el me tocaba o acariciaba.
Y allí nos quedamos por horas quizás, desatando tensiones, aclarándolo todo sin palabras, tan solo tocando nuestras caras o entregando uno de esos fuertes abrazos que significaban “jamás te separes de mí”, no pude recordar cuando me quede dormida.
Desperté entre la oscuridad, buscando luz, buscando algo que me hiciera recordar que todo había sido un lindo sueño, me encontré tendida sobre mi cama, eran las 2: 45 am, mire a mi alrededor y me altere al ver la ventana de  la habitación abierta, alguien estaba aquí, así que reuniendo coraje en mi interior me dirigí hacia allí y salte por la ventana estampándome contra el suelo, camine sin rumbo alrededor de la casa, esperando encontrarme con algo, mientras que el pesado medallón que ahora colgaba de mi cuello me estorbaba, estaba cansada de la misma situación, así que sin pensarlo mucho solo lo tire a un lado y me dirigí de nuevo hacia mi ventana, cuando iba caminando tropecé con algo y justo un instante antes de caer al suelo una mano blanca como la nieve y fría como el hielo me sostuvo, para luego girarme y dejarme ante el, extendiéndome el extraño medallón.
-¿Buscabas esto?- dijo.


HELLO GIRLS *-*
Emm ¡SI! ¡ODIENME! Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento, Lo siento….
Sé que a veces tardo en actualizar, pero con el corazón en la mano no lo hago par causar estragos es solo que el ajetreo universitario me quema un poco las neuronas… (Con respecto al titulo de este cap jajajaja me pareció gracioso ‘el gran día’ es San Valentín)J
GRACIAS INFINITAS! A las chicas del blog por leerme *---* Y por supuesto a las chicas de Facebook, Gracias a la pagina “Porque la saga crepúsculo no termina con amanecer” por publicar mi historia *---*, Gracias a Caro Ramírez, por… POR TODO!
Creo Q eso fue todo, Ohh casi lo olvido… Con respecto al maratón, lo pensare… de verdad lo pensare *---*
Sin mas un BESOTE a todas *---*
Las Quiero… (Si les gusta mi blog, déjenme un mensajito o suscríbanse :) )
Natalie Mars *---*

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